Floriano



He de confesar que a veces me imagino qué hubiera sido de algunos políticos si en vez de haber hecho carrera se hubieran dedicado a otra cosa. Salvando las distancias, me viene a la memoria el caso de Hitler, que fue rechazado en la Escuela de Arte, declinando su voluntad hacia la vida militar. No es que quiera comparar a nuestros políticos con el sádico estadista, pero el devenir de Hitler ayuda a entender cómo un pequeño giro en nuestra biografía puede cambiar la vida de una persona y de aquellos que le rodean.

Qué buen médico, abogado o electricista hubiera sido tal o cual político, si en vez de arañar un sillón se hubiese dedicado a lo suyo. Por citar un ejemplo, el señor Carlos Floriano, actual vicesecretario general de Organización del PP, es doctor en Derecho y aprobó Cum laude su tesis doctoral acerca de la responsabilidad civil del médico. Qué buen político hubiera sido si en vez de este tema hubiese investigado acerca de la responsabilidad moral del político.

Floriano pertenece a una lista de secretarios de Organización del PP, cuya única misión consiste en idear contra-argumentos y cortinas de humo que disminuyan la sensación de que la gestión del Ejecutivo deja mucho que desear. Floriano no informa, es un creador de titulares, un filibustero deslenguado, que cobra por tirar piedras sobre tejado ajeno. Si por lo menos su histrionismo estuviera dotado de un mínimo ingenio e inteligencia, al menos nos serviría de entretenimiento. Pero no caerá esa breva. Floriano es simple, de verbo grueso, mantecoso, zangolotino, pensado para saciar la sangre de su jauría y que le rían las gracias. 

Quizá por las noches, tendido sobre la cama, Floriano sueñe con ser juez, fresador o capitán de fragata. Pero al despertar sabe que en vida le tocó hacer de malo en la tragicomedia política que le escribe cada día su partido, un papel que representa con vergonzosa incompetencia. Floriano sobreactúa, pero se sabe el texto del apuntador, lo memoriza y después lo larga por esa boquita borbónica que la naturaleza le ha otorgado. 

Triste rol el que nos asigna el destino. Nacer para hombre de leyes y quedar bufón, actor sin talento, carne de escarnio y tontorrón.

Ramón Besonías Román

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