PSOE, un proyecto de futuro



Imagine por un momento, estimado lector, que es usted militante del PSOE y que en pocos meses debe participar en un proceso de elección de candidato a la Secretaría de su Agrupación Local y la posterior formación de una Ejecutiva que lidere el partido en la ciudad. ¿Cuál sería a su juicio la forma más justa y democrática de llevar a cabo este proceso? Imaginemos a un militante hipotético, que quisiera ser parte activa y participativa dentro de su partido. ¿Qué modelo de reflexión, debate y elección de candidatos preferiría?

Una posibilidad podría ser la clásica y más extendida: dejar pasar el tiempo y esperar a que llegue la Asamblea, en la que los militantes que lo deseen ejercerán su derecho al voto. Entre tanto, bajo cuerda, en oscuros rincones, los candidatos irán buscando sus apoyos y simpatías. 

Otra opción sería reunir al mayor número de militantes que tengan voluntad de reflexionar y debatir sobre el futuro de su Agrupación y formar un proyecto político de futuro, construido con las aportaciones de todas y todos aquellos que deseen participar. ¿Cuál de estas dos estrategias le parece a usted que es más encomiable y respetuosa con la militancia, cuál más democrática y justa? No tengo dudas de que el lector ya ha elegido, mucho antes de hacer la pregunta. El sentido común se impone en nuestra conciencia, pese a que no pocos barones estén dispuestos a evitar que la lógica tome asiento en estos asuntos.

Cualquier candidatura que sea lo suficientemente sólida debiera estar avalada no solo por el beneplácito de las urnas, sino tener previamente musculatura democrática, es decir, haber pasado por un proceso de reflexión, debate y toma de decisiones en común. Hasta ahora, cuando un candidato se presentaba a la Secretaría Local, lo hacía avalado por una ciencia infusa: por su cara bonita o por el apoyo soterrado de fuentes superiores. El nombre del candidato precedía a los proyectos políticos, a las ideas. El militante era tomado como un mero votante pasivo y no como agente activo en el proceso de construcción del programa político de su partido. Esto provocaba que las Ejecutivas entrantes fueran concebidas como monarquías ilustradas que dirigían los designios de la Agrupación, sin contar con la militancia para nada más que pegar carteles, ejercer de interventores en comicios o votar cuando el calendario oficial lo exigía. Poco a poco, la propia militancia se fue creyendo su papel secundario dentro del partido, observando con perplejidad el libre albedrío de su Ejecutiva. Muchos de los que antaño solían llenar las Asambleas, fueron poco a poco desencantándose, convencidos de que fuerzas externas a su voluntad dirigían con mano derecha los designios de la Agrupación, sin tener en cuenta las opiniones y propuestas de la militancia. La inercia dentro del partido ha sido desde hace décadas construir los proyectos políticos sobre la base de liderazgos previos, y no en virtud de un proceso inductivo que a partir de un debate colectivo dé como fruto la elección de determinados representantes. 

Esta lógica se hace aún más patente en los Congresos Federales, Regionales y Provinciales, donde los delegados no saben realmente a quién y qué están votando, y asisten a los procesos de elección guiados por una mano externa que dirige su voto a través de alianzas difusas, vendidas como lealtad al partido. Tú me apoyas en el Congreso, yo no te pongo la zancadilla para que te presentes a la local. Tú me otorgas confianza, yo te aseguro un puesto en primera fila.

La reciente debacle electoral ha provocado un efecto refrescante y vindicativo dentro de las Agrupaciones Locales. La militancia socialista se ha rearmado frente a pasividad de antaño y está dispuesta a ejercer un liderazgo compartido, dispuesta a ejercer de agente activo dentro de la vida política de sus sedes. No está dispuesta a seguir siendo ninguneada por los órganos de dirección del partido y desea que los procesos de elección de candidatos no sean solo formalmente democráticos, sino que desde su origen cuenten con la militancia como protagonistas directos de la construcción del programa político de su Agrupación. Esto implica que la presentación de candidaturas debe ser consecuencia y no causa del proyecto político que la sostenga. 

El liderazgo debe ejercerse de abajo arriba, empezando por la apertura de un proceso de reflexión y debate sobre el futuro de la Agrupación, al que ha de seguir la elaboración conjunta de un programa político construido por todas y todos los militantes. De este proyecto se derivará posteriormente un reparto de roles políticos, y no antes. Los nombres de aquellos que sean considerados como mejor preparados para ejercer la función de representar este proyecto colectivo deben determinarse a posteriori. De lo contrario, el candidato corre el peligro de convertirse en una mera marioneta en manos de intereses ajenos a las necesidades de la Agrupación y, pese a poseer la legitimidad formal de las urnas, ejercerá su liderazgo sin contar con la militancia.

Esto debe cambiar y existen numerosos militantes que están dispuestos a que así sea. Quieren ejercer una autoridad compartida, siendo voz y no solo voto dentro de las decisiones internas de su partido. Están hartos de candidatos vacíos de contenido, pusilánimes e indolentes, que ejercen su liderazgo como un mero funcionariado o, peor, como una plataforma para tener un sueldo suculento. Todo proyecto político dentro del PSOE que se precie de ser sólido, dinámico, responsable y con futuro pasa por la condición necesaria de contar primero con su militancia como agentes activos en la construcción del mismo. Es la hora de la militancia, del trabajo colectivo en sedes y barrios, de la reactivación del tejido social en busca de un socialismo real, a pie de calle, al lado del ciudadano que peor lo pasa. Se acabaron los pactos de callejón, la lealtad política entendida como amiguismo sectario, esa política sin transparencia que tanto daño ha hecho al partido, a sus votantes y al conjunto de la ciudadanía.

* Este artículo fue publicado el 24 de marzo de 2012 en el diario Extremadura.

Ramón Besonías Román

2 comentarios:

  1. No cabe otro camino que la regeneración del PSOE. Ignoro si algún día volveré a votarle. Ha significado mucho para mí pero ha dejado de hacerlo. En todo caso, no cabe duda de que tienes razón. La regeneración ha de hacerse desde la base, solo de ese magma popular pueden salir ideas, compromisos y líderes que vuelvan a activar el potencial de este partido. Está bien mantener la esperanza, y es necesario que haya militantes que todavía crean en las siglas que tienen cuatro letras: PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL. No se debería olvidar ninguna.

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  2. Es cuanto menos curioso, dados los acontecimientos ocurridos en los últimos días, como colocas en cursiva la palabra "fuentes".
    Está claro que uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios.

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