Nunca hubiera podido imaginar que la economía pudiera llegar a provocar tanto morbo. Los periódicos llevan días siguiendo sin parpadear los vaivenes de la prima de riesgo, una señorita muy sensual que tiene a propios y extraños embelesaos. Unos dicen que mientras se nos van los ojos hacia ella, el ejecutivo excusa su improvisación, echando la culpa a Wall Street. Cortina de humo, dicen. Otros creen que, pese a estar sometido a un embrujo bajo el cual cualquier economía con una voluntad débil cae rendido a sus pies, el gobierno resiste atado, cual Ulises, al palo mayor. Zapatero ha dejado sus vacaciones para seguirle los pasos a la prima; sabe que no es de esas que se dejan amedrentar, que subyuga al más pintado, a menos que estemos atentos, pero confía en la fortaleza de la economía española. Eso dice; vete tú a saber a quién hacer caso. Los ciudadanos hace tiempo que le vimos el liguero a la prima y estamos más tiesos -en un sentido estrictamente crematístico, entendámonos- que un arbotante. Esperemos que el ejecutivo consiga finalmente alejar de nuestra costas a esta arpía en cuerpo de sirena, no sea que acabemos acostumbrándonos a su compañía y no tengamos ni para pipas.
Ramón Besonías Román
Es una prima promiscua, que quiere ser la prima de todos. Vamos que nos toma por primos.
ResponderEliminar¿Cómo era aquello de que la f. un pez?
Y de paso, Ramón, te copio para Facebook la cita de Oscar Wilde.