Pavos




Estados Unidos celebra Acción de Gracias y miles de pavos tragan saliva, augurando su suerte. Excepto el pavo presidencial, que se salva del degüello gracias a un rito anual al estilo Poncio Pilato. Obama, investido de poder absoluto para la ocasión, perdona con gesto cesáreo la vida del pavo, mientras sus hijas contemplan encantadas la benevolencia de su progenitor. 

Ya lo sé, es un acto protocolario, una rutina consuetudinaria, pero por un momento me imaginé que, tal y como están las cosas, podríamos extrapolar la suerte de los pavos estadounidenses a la de los ciudadanos españoles que sueñan con ser tocados por la suerte y evitar así el vendaval de la crisis. Muchos serán los llamados y pocos los escogidos para eludir la sangría de los recortes. Obama, Merkel, Sarkozy y, ahora, Rajoy operan de verdugos involuntarios de este ritual absolutorio. Me quiere, no me quiere... El mercado es ciego, sordo, pero no tonto. Indulta a aquel que le beneficie; al resto los condena al último estrato de la cadena alimenticia, candidato a la eugenesia capitalista. 

Mírenlo, impávido e imperturbable ante su suerte. El pavo no chista, ni siquiera pavea su guruguru gutural. Lo mismo le da tres que cuatro; recibió en herencia la indolencia ante su maldición ontogenética. Por eso calla y espera. Sabe que si no este año el siguiente será centro de mesa y manjar navideño.

Por si acaso, antes de que venga el matarife con los recortes, me pondré a gurugear. Que se note que uno, aunque pavo, pavonea su perplejidad a la espera del cuchillo.

Ramón Besonías Román

2 comentarios:

  1. Yo tenía entendido que el pavo "gluglutea" No conocía lo de "gugugear". Pero haga lo que haga, lo cierto es que un poco pavos nos vemos todos. Pavos fundidos por el miedo a perder lo que tenemos, que no es poco. Carlos Marx dijo de los proletarios que no tenían nada que perder excepto las cadenas. Nosotros tenemos, creemos al menos, que tenemos mucho que perder. Nos lo van quitando poco a poco y nos decimos "Virgencita que me quede como estoy". Y los que tenemos seguridad laboral somos doble reos de la situación, y ni siquiera tenemos derecho a quejarnos. Hubo un tiempo más audaz que éste. Ahora no sé si somos pavos, pero lo parecemos.

    ResponderEliminar
  2. Si yo soy el doliente pavo, quién es mi damocles, quién mi obama? Ay que yo lo sé...

    ResponderEliminar

la mirada perpleja © 2014