I
El capitalismo es el mejor sistema económico posible, ya que se basa en el respeto a la libertad individual y la contraprestación racional de bienes y servicios. En un sistema libre de mercado todos acaban ganando. No ha existido ningún sistema económico a lo largo de la Historia que haya propiciado tanto bienestar a tantos ciudadanos durante tanto tiempo. El interés individual acaba redundando necesariamente en el fortalecimiento del bienestar colectivo.
II
La economía es una ciencia. A través de ella se pueden prever y medir las tendencias y oscilaciones del mercado. Los imponderables no son lo suficientemente poderosos como para romper el orden interno de los mercados. La racionalidad y el equilibrio de intereses rigen el orden económico. Reducir las indeterminaciones del sistema a fin de asegurar la optimización de beneficios es el objetivo de toda acción empresarial.
III
La economía se autorregula sola. Una mano invisible corrige las desviaciones del sistema, recuperando el equilibrio. Es irracional desconfiar de las bondades del sistema capitalista y su capacidad natural de sanarse a sí mismo. Vivimos en el mejor de los mundos posibles.
IV
El aumento del desempleo responde a factores políticos, no económicos. Solo una flexibilización en los modelos de contrato puede ayudar a mejorar la empleabilidad. El desempleo es un fenómeno residual, un efecto colateral de las políticas económicas. Es esencial que los gobiernos faciliten y no impidan el libre mercado y la competitividad.
V
La política no debe intervenir en la economía, a no ser que con ello facilite la fluidez de su maquinaria interna. Los gobiernos deben actuar como gestores del equilibrio social entre empresarios y trabajadores. Su función es reducir la disensión social y promover la confianza del ciudadano hacia el sistema económico.
VI
Es más urgente el crecimiento económico que la distribución de la riqueza. De hecho, solo el crecimiento económico puede asegurar el progreso social. La generación de beneficios exponenciales debe ser el máximo objetivo de toda actividad empresarial, y éstos acaban redundando de manera positiva en el bienestar de los trabajadores.
VII
No hay que confundir crecimiento económico con Estado del Bienestar. Un crecimiento óptimo en tiempos de recesión requiere reducir necesariamente los derechos adquiridos, a fin de salvar el tejido empresarial y su capacidad competitiva. El garantismo constitucional no está por encima de la protección de un orden económico estable.
VIII
Los Estados deben ser empresas sostenibles. No deben gastar más de lo que tienen. Sus principales objetivos deben ser controlar el déficit público y facilitar e impulsar el tejido empresarial. En ningún caso deben inmiscuirse en la libertad de movimiento de los capitales privados.
IX
Los gobiernos deben ser mediadores entre el orden económico y la sociedad civil, facilitando la resolución de conflictos laborales. La injerencia de los sindicatos es inútil y perjudicial; tan solo sirve para politizar la vida económica y erosionar la fluidez del empleo y la competitividad empresarial.
X
Estos mandamientos se resumen en dos: la confianza cuasi religiosa en las bondades del sistema capitalista como generador de riqueza, y la absoluta independencia de la economía, así como la necesidad de que la política no injiera en su lógica interna.
Ramón Besonías Román
Por San Dólar y San Yen: has dado en el quid. To confieso, que en mi ceguera, había pensado siempre que antes eran las criaturas y ya veo que no.
ResponderEliminarParece de un manual de la FAES con el nihil obstat de la Conferencia Episcopal y el Vº Bº de la CEOE.
Amen.
AG