Ellos se lo guisan, ellos se lo comen



Ellos se lo guisan, ellos se lo comen... y nosotros pagamos la cuenta. La fotografía no tiene desperdicio. Formando una elipse cerrada, Rubalcaba, con la mano cóncava, cual Hamlet, se dirige a Montoro, bajo la mirada atenta de Zapatero, Salgado y otros diputados del PP y el PSOE. Zapatero, en segundo plano, mira al infinito, mientras deja que su sucesor orqueste a gusto. Los barones (ellas y ellos) cocinan el futuro para el soberano, tejen la tela que vestiremos mañana, sin pedir más permiso que las urnas. Alea iacta est, crucemos el Rubicón hacia la Europa de techo y freno, la Europa austera, la Europa financiera. Moisés (heterónimo de Merkel y Sarkozy) nos lleva a tierra prometida, el pueblo camina y calla. Como Dios manda.

La composición de la plana es reveladora. No hablan en arco abierto hacia el fotógrafo, no. Su pose advierte que sus intenciones no cuentan con nadie más que ellos mismos. Toda imposición requiere firmeza, carácter incisivo y cierto esoterismo. La rapidez y agosticidad de la decisión revela su voluntad de autismo. Aún así, en un ejercicio de pirotecnia política (descaro y desvergüenza, dirían otros), PP y PSOE pidieron al resto de fuerzas un consenso utópico. Por supuesto, los nacionalistas, siguiendo su estilo qué gano yo con esto, no se prestaron a bailar con el ejecutivo; IU, por su parte, se une al club de los indignados y rubrica un no con mi voto. PP y PSOE se quedan solos. No esperarían menos. Tú te lo guisas, sin contar con nadie, pues cómetelo tú.

Por lo demás, esta jornada parlamentaria no deja de ser un mero teatro, pura formalidad que intenta cubrir las apariencias sobre lo que desde un comienzo fue a todas luces una imposición, un decretazo constitucional, un estado de excepción, un grave ejercicio de despotismo democrático a mayor gloria del catecismo de san Merkel-Sarkozy.

Por cierto, la charla de Rubalcaba supuso un receso de 30 minutos, durante los cuales el resto de diputados no pudieron sino esperar a que PP y PSOE hicieran de la piel ibérica su propio sayo.

Ramón Besonías Román

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