Si no hubiera sido objeto de noticia, quizá nunca sabría de su existencia. La mujer de la foto se llama Uxue Barkos; es portavoz de Nafarroa Bai y concejala en el Ayuntamiento de Pamplona. El detalle del pañuelo no es por coquetería ni reivindicación solidaria con alguna causa; Uxue (permítanme que la tutee) fue operada hace unos meses de cáncer de mama y ha regresado recientemente al Congreso, donde los diputados la recibieron con unánimes y sentidos aplausos, a los que ella respondió con una complacida sonrisa. No es para menos; recibir de tus compañeros ese calor al unísono debe subirle la moral a cualquiera. Por un momento, quedan en suspenso las disputas parlamentarias, la dialéctica inmisericorde, la puñalada trapera, el tú dijiste, yo te digo. Está claro: el dolor y la muerte nos iguala y desvela tras el rol a un ser humano desnudo, solo eso.
Me pregunto qué sería de la política si las emociones, no solo la fría razón instrumental, fueran la materia de trabajo de nuestros representantes. Si una voluntad de acuerdo, un esfuerzo denodado por converger vertebrara la vida parlamentaria. Soñar es gratis. Por ahora me conformo con este ademán de empatía. Menos da una piedra.
Me pregunto qué sería de la política si las emociones, no solo la fría razón instrumental, fueran la materia de trabajo de nuestros representantes. Si una voluntad de acuerdo, un esfuerzo denodado por converger vertebrara la vida parlamentaria. Soñar es gratis. Por ahora me conformo con este ademán de empatía. Menos da una piedra.
Ramón Besonías Román
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