Parejas, canguros y cupones



Publicado en el diario Hoy, 13 de agosto de 2011

Paul Krugman, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2004, utiliza una metáfora recurrente para explicar en qué consiste una recesión. Krugman nos pide que imaginemos a un grupo de parejas casadas con niños que quieren salir por las noches, pero no pueden hacerlo porque no tienen con quién dejar a los pequeños. Para solucionar este problema deciden crear una cooperativa: cuando una pareja quiera salir, otra se quedará con los niños. Cuando esta pareja de canguros tenga esa demanda, será la pareja anterior la que haga de canguro. De esta forma todos podrán salir de noche. En lenguaje económico, «salir de noche» es la demanda y «hacer de canguro» la oferta. Hasta aquí todo parece ideal, pero la cosa se complica porque las parejas son demasiadas, todas quieren salir y no se puede cubrir la amplia demanda de canguros. Así que la cooperativa decide crear un sistema de cupones -lo que equivaldría en la jerga económica como dinero, pura y dura liquidez-. Cada cupón equivale a una noche de canguro; se le facilita a cada pareja el mismo número de cupones. Si una pareja sale demasiadas noches, se le van acabando los cupones y no le queda más remedio que contenerse y quedarse en casa.

Hasta aquí el sistema de canguros y cupones parece eficaz y equilibrado, pero, como sucede en la vida real, existen factores imponderables, fugas entrópicas (la explosión de la burbuja inmobiliaria, la subida del petróleo, etcétera), que ponen en peligro la estabilidad de cualquier sistema económico y generan desconfianza. Esto genera un círculo vicioso que crece y produce la crisis coyuntural del sistema. En el caso de los canguros, estos factores pueden deberse, por ejemplo, a que durante una temporada llueve todas las noches. Todas las parejas dejan por un tiempo de salir por las noches. Las que tenían pocos cupones temen perderlos. Esto provoca que también la oferta de canguros baje. Nadie sale, nadie hace de canguro. Si no hay cupones moviéndose, es mejor quedarse en casa. He ahí la recesión. A pesar de que la causa de la crisis pudiera ser momentánea, las parejas actúan con desconfianza y perpetúan su actitud de mantener a recaudo sus cupones. La crisis genera más crisis.

La cooperativa, ante el temor de que la crisis se eternice y el sistema se hunda, no decide explicar a las parejas las razones estructurales de la crisis, animando a la confianza (salir de noche, gastar cupones), no. En vez de eso, recurre a la estrategia más rápida: crear más cupones y repartirlos gratuitamente entre las parejas. En economía, esto viene a ser algo así como que el Banco Central Europeo inyecte liquidez (a bajo interés) a los países con pocos cupones, animando el consumo de los mismos y reactivando así la economía.

La mera expectativa de que el resto de parejas no vayan en el futuro a hacer uso de sus cupones genera una tendencia de negatividad que cortocircuita el sistema. A esto contribuyen de manera más agorera que eficaz las agencias de calificación, las cuales pretenden simplemente ofrecer datos objetivos de previsión, pero lo que consiguen es asustar a los mercados y dilatar la desconfianza.

Algunos lectores se preguntarán si la economía de un país es tan simple como una cooperativa de canguros. Es evidente que no, pero esta metáfora puede servirnos de ayuda para dilucidar las causas exógenas y sociológicas que contribuyen a generar inestabilidad en la economía de países ya de por sí debilitados por una crisis. Igualmente, es comprensible (en un mundo con una economía globalizada) que las crisis internacionales, pese a afectar a todos los países, posee mayor virulencia en aquellos que estaban en un inicio peor preparados para hacer frente a los embates de la inseguridad financiera. La actividad empresarial española está poco diversificada, se centraba hasta ahora en la producción inmobiliaria y el turismo. Si queremos estar preparados para soportar con mayor sostenibilidad cualquier otro terremoto financiero, es preciso reactivar nuestra actividad económica con la creación de nuevas alternativas empresariales, promocionar sectores que a largo plazo puedan suponer un balón de oxígeno para nuestra precaria economía. Pretender dejar en manos del órdago turístico o caer de nuevo en los errores de la especulación inmobiliaria sería cosechar una vez más hambre para el futuro. Es urgente establecer un plan de modernización de nuestra economía, abierta a la innovación tecnológica y, por supuesto, armada de un sistema educativo eficaz, que facilite la sinergia entre el mundo laboral y los planes de estudio.

Por otro lado, no podemos seguir lamentándonos de nuestra mala suerte, flagelando nuestra voluntad; es hora de tomar aire e impulsarse con optimismo y creatividad hacia una visión de futuro. Cuanto más cohesión social exista, más fácil será nuestra recuperación.

Ramón Besonías Román

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