Muchos quieren decir ojear donde dicen leer.
Casi todo el mundo ve más tele que lee.
Casi nadie se lee todo el periódico.
Los hombres compran y leen el periódico más que las mujeres.
Una amplia mayoría sólo lee los titulares, los balazos (subtítulos) y los pies de foto.
Se leen más textos a través de dispositivos digitales que en formato papel.
Se leen más revistas que periódicos.
Casi todo el mundo dice haber leído el Quijote, pero pocos leyeron siquiera la versión infantil.
Leemos más para divertirnos o pasar el rato que para aprender.
Pocos niños leen comics.
Pocos adultos leen novelas gráficas.
A casi nadie le gustan los libros que le hacen quebrarse la cabeza.
Leen más las mujeres que los hombres.
Exigimos a nuestros hijos y alumnos leer libros que nunca se nos ocurriría volver a leer.
Muchos dejaron de leer libros hace años y no tienen pensado hacerlo en el futuro.
Casi nadie lee libros de ensayo.
Casi todo el mundo vive de las rentas de lo que leyó siendo escolar o universitario.
Ya casi no quedan casas en donde podamos ver una biblioteca siquiera humilde.
El lector habitual lee lo que las editoriales publicitan como novedad o best seller.
Todo el mundo cree leer más de lo que confiesa.
Ya casi no se compran libros de segunda mano.
A casi todo el mundo le gusta más un libro ilustrado que uno sin imágenes.
En casi todas las casas hay más libros comprados o regalados que leídos.
Casi todo lo que se lee es novela histórica o negra.
Ya casi nadie lee poesía.
Ya casi nadie regala libros de poesía.
Durante los primeros diez años de vida, casi todos leen la mayor parte de los libros que leerán durante toda su vida.
A nadie le gusta que le obliguen a leer.
Casi todo el mundo ve con buenos ojos que los demás lean.
A casi todo el mundo le encanta comentar con otros lo que está leyendo o acaba de leer.
Se lee a menudo por recomendación o boca a boca.
Se prefiere comprar libros a alquilarlos en las bibliotecas.
Casi nadie colecciona libros.
Suelen regalar más libros quienes leen que aquellos que no lo hacen.
Casi todo el mundo aprecia la importancia de una bonita edición.
Casi todo el mundo compra antes una edición de bolsillo que una edición cuidada.
Pocos recuerdan el argumento de los grandes clásicos de la literatura.
Muchos olvidan el argumento de la mayoría de los libros que han leído, algunos incluso sus títulos.
Escasean las casas en donde hay un diccionario (no escolar) o una enciclopedia.
Si tú lees, es probable que también lo hagan tus hijos.
Casi nadie lee los manuales de los electrodomésticos o los artilugios tecnológicos.
Algunos leen en los botes de colonias y geles mientras hacen sus necesidades.
Casi todo el mundo prefiere una película doblada a una subtitulada.
Algunos privilegiados entienden la letra de los médicos.
Casi nadie lee en las facturas algo más que el importe total de su deuda.
Casi todo el mundo ve más tele que lee.
Casi nadie se lee todo el periódico.
Los hombres compran y leen el periódico más que las mujeres.
Una amplia mayoría sólo lee los titulares, los balazos (subtítulos) y los pies de foto.
Se leen más textos a través de dispositivos digitales que en formato papel.
Se leen más revistas que periódicos.
Casi todo el mundo dice haber leído el Quijote, pero pocos leyeron siquiera la versión infantil.
Leemos más para divertirnos o pasar el rato que para aprender.
Pocos niños leen comics.
Pocos adultos leen novelas gráficas.
A casi nadie le gustan los libros que le hacen quebrarse la cabeza.
Leen más las mujeres que los hombres.
Exigimos a nuestros hijos y alumnos leer libros que nunca se nos ocurriría volver a leer.
Muchos dejaron de leer libros hace años y no tienen pensado hacerlo en el futuro.
Casi nadie lee libros de ensayo.
Casi todo el mundo vive de las rentas de lo que leyó siendo escolar o universitario.
Ya casi no quedan casas en donde podamos ver una biblioteca siquiera humilde.
El lector habitual lee lo que las editoriales publicitan como novedad o best seller.
Todo el mundo cree leer más de lo que confiesa.
Ya casi no se compran libros de segunda mano.
A casi todo el mundo le gusta más un libro ilustrado que uno sin imágenes.
En casi todas las casas hay más libros comprados o regalados que leídos.
Casi todo lo que se lee es novela histórica o negra.
Ya casi nadie lee poesía.
Ya casi nadie regala libros de poesía.
Durante los primeros diez años de vida, casi todos leen la mayor parte de los libros que leerán durante toda su vida.
A nadie le gusta que le obliguen a leer.
Casi todo el mundo ve con buenos ojos que los demás lean.
A casi todo el mundo le encanta comentar con otros lo que está leyendo o acaba de leer.
Se lee a menudo por recomendación o boca a boca.
Se prefiere comprar libros a alquilarlos en las bibliotecas.
Casi nadie colecciona libros.
Suelen regalar más libros quienes leen que aquellos que no lo hacen.
Casi todo el mundo aprecia la importancia de una bonita edición.
Casi todo el mundo compra antes una edición de bolsillo que una edición cuidada.
Pocos recuerdan el argumento de los grandes clásicos de la literatura.
Muchos olvidan el argumento de la mayoría de los libros que han leído, algunos incluso sus títulos.
Escasean las casas en donde hay un diccionario (no escolar) o una enciclopedia.
Si tú lees, es probable que también lo hagan tus hijos.
Casi nadie lee los manuales de los electrodomésticos o los artilugios tecnológicos.
Algunos leen en los botes de colonias y geles mientras hacen sus necesidades.
Casi todo el mundo prefiere una película doblada a una subtitulada.
Algunos privilegiados entienden la letra de los médicos.
Casi nadie lee en las facturas algo más que el importe total de su deuda.
Ramón Besonías Román
Estoy de acuerdo en casi todos los enunciados, aunque no todos me representan.
ResponderEliminarMe quedo con algunos que son indiscutibles:
a) Los médicos deberían tener como materia obligatoria caligrafía. Nadie puede entender sus prescripciones (sospecho que ni siquiera ellos)
b) Leer en el baño es casi una obligación y hay que echar mano de lo que se cruce. Así me he enterado que mi shampoo tiene placenta de tortuga, por ejemplo.
c) Los libros de lectura obligatoria en las escuelas son elegidos por detractores de la lectura. Después nos sorprendemos porque a los jóvenes no les gusta leer.
Agrego:
- Muchos leen solo las reseñas de los libros, pero discuten acerca de ellos como si estuvieran muy familiarizados con el texto.
- Es muy difícil regalar o recomendar un libro. Tenés que conocer muchísimo al destinatario.
Leerte es un placer.
La lectura es un acto solitario que a muchos asusta, es dificil controlar una mente acostumbrada a leer.
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